viernes, 11 de junio de 2010

El saco mágico.


Por motivos que explicaré más adelante, no puedo decir quién soy… o quién fui.
Era una noche dura de invierno. Sobre la un de la madrugada, iba caminando por una calle poco transcurrida. No quería llamar la atención, aunque no pasaría muy inadvertida si alguien me viera por aquellos lugares a semejantes horas. Por fin llegué a mi destino, una vieja casa de aspecto abandonado. Llamé a la puerta y desde el interior me llegó una voz cansada:
-Entra.
Era una casa oscura y de aspecto tenebroso, acorde con su propietario. Subí al segundo piso y entre en el dormitorio. Allí, un convaleciente anciano de larga barba blanca reposaba sobre la cama. Los rumores eran ciertos, a Hook le quedaban pocas horas de vida. Ya no quedaban en su rostro vestigios de su grandeza. Allí, en su lugar, solo quedaban huesos.
-Te he mandado llamar porque tengo que darte unas cosas. Como descendiente del Gran Emperador serás la encargada de seguir con esta lucha. Pero tu sola no podrás conseguirlo, necesitas estos objetos- cogió una caja vieja de madera de la mesilla de noche y lo abrió- Esta es la espada legendaria. Me han dicho que eres una gran estratega, seguro que con ella podrás ganar muchas batallas. Pero esto no es lo más importante, sino esto. Tendrás que mantener en secreto que los tienes. Este es el único mapa Merodeador, te indicara donde encontrar los viejos tesoros perdidos. Pero no creas que es fácil. Los objetos se esconden. Y esto, lo más importante. Aquí podrás guardar todo lo que necesites o encuentres, siempre entrara. ¡Fuera del saco! Toma, esta pulsera te pertenece- y espiró por última vez entre tosidos.
Salí de la casa junto aquel viejo saco, la pulsera, el mapa y la espada. Siempre deseé convertirme en la siguiente estratega pero ahora que lo era, no sabía que pensar ni hacer. Así pues, emprendí la búsqueda del Imperio Perdido.